Salud en Casa.- Cada vez son más las historias que escuchamos sobre el bullying en los colegios. Sin embargo, pocas veces los padres se preguntan si su hijo podría estar en el otro lado: no como víctima, sino como agresor. Las causas suelen ser múltiples y complejas. Un niño o adolescente puede ocultar activamente su comportamiento; además, la falta de comunicación abierta, la normalización del comportamiento agresivo o la negación por parte de los padres pueden contribuir a que estos actos pasen desapercibidos.
“Identificar si un niño, niña o adolescente está acosando a otros puede ser delicado, pero hay señales que podrían indicar esta conducta. No siempre son pruebas definitivas, pero si se observan varias señales juntas, es importante prestar atención y tomar medidas. Muchos padres y madres creen que el acoso escolar solo involucra a las víctimas, pero los agresores también necesitan orientación”, señala María Elena Escuza, directora de psicóloga de la Universidad Norbert Wiener.
Algunas señales que podrían alertarnos de que el menor está incurriendo en conductas de acoso son:
Ante estas señales, la especialista recomienda a los padres actuar con claridad y compromiso, sin negar ni justificar las acciones del menor. Estas son algunas estrategias para manejar esta situación desde casa:
Las causas suelen ser múltiples y complejas. Desde una baja tolerancia a la frustración, impulsividad o dificultad para sentir empatía, hasta un entorno familiar que reproduce modelos de violencia, falta de límites o poca comunicación afectiva. La influencia del entorno escolar y social también es determinante: ambientes permisivos, presión de grupo o una cultura que normaliza la agresión pueden reforzar estos patrones.
“La intervención temprana y un enfoque integral que involucre a la familia, el colegio y la comunidad son fundamentales para prevenir y abordar el acoso escolar”, enfatiza la vocera de la Universidad Norbert Wiener.
Es importante entender que estos factores a menudo interactúan entre sí y que no existe una única causa para el comportamiento agresor.