Salud en Casa.- El dolor es una de las principales causas de consulta médica en todo el mundo, y en Perú, afecta aproximadamente al 40% de la población. Si bien en muchos casos es un síntoma transitorio y cumple una función fisiológica de protección, en otros puede persistir más allá de lo esperado y evolucionar hacia dolor crónico, definido como aquel que se mantiene por más de tres meses. Este puede tener múltiples orígenes: musculoesquelético, neuropático, visceral u oncológico, entre otros.
De acuerdo con el Dr. Rodrigo Diez, subespecialista en Medicina del Dolor, y experto reconocido internacionalmente, el dolor crónico es una condición multifactorial, compleja y, en numerosos casos, profundamente incapacitante. “Quienes viven con dolor crónico ven comprometida su capacidad para realizar actividades cotidianas, lo cual repercute en su vida laboral, social y emocional. A menudo, esta situación se asocia a un mayor riesgo de desarrollar alteraciones en el estado de ánimo, ausentismo laboral, e incluso afectaciones severas en la salud mental”, explica.
El Dr. Diez advierte sobre una limitación estructural en el abordaje del dolor en el país: la escasa formación específica en Medicina del Dolor entre médicos. Esta carencia dificulta el diagnóstico oportuno y el acceso a tratamiento adecuados por derivación tardía. “No debemos normalizar el dolor persistente. El primer paso es reconocer que el dolor crónico no es solo un síntoma, sino una enfermedad en sí misma que requiere atención especializada. La intervención temprana es clave para evitar su progresión y minimizar el impacto en la calidad de vida del paciente”, enfatiza.
En este sentido, el Dr. Diez resalta la importancia de reconocer los signos de alarma que deben motivar una evaluación médica inmediata:
Una vez identificado el dolor crónico, es esencial buscar atención médica especializada para establecer un diagnóstico preciso y diseñar un plan de tratamiento integral, personalizado y basado en evidencia. “El enfoque actual del manejo del dolor ha evolucionado considerablemente. Hoy contamos con tecnologías avanzadas que ofrecen soluciones eficaces con menor impacto para el paciente y evitan el uso irracional de medicamentos”, explica el Dr. Diez. Entre las alternativas terapéuticas mínimamente invasivas destaca las bombas de liberación controlada de fármacos, o la estimulación de la médula espinal que utiliza impulsos eléctricos para modular la percepción del dolor a nivel de este órgano.
Además, existe la estimulación transcraneal y del nervio vago, así como la endoscopia espinal, que trata afecciones de la columna con precisión; la crioanalgesia, que emplea frío extremo para bloquear selectivamente los nervios responsables del dolor; la radiofrecuencia, entre otras terapias, sin dejar de lado el papel clave de la rehabilitación especializada, el abordaje psicológico y otras terapias ambulatorias.
“Estas técnicas representan una alternativa eficaz para pacientes que no responden a tratamientos convencionales, ya que reducen la necesidad de medicación oral y mejoran significativamente la calidad de vida. Sin embargo, su uso aún no es ampliamente conocido por la comunidad médica en la región. Es fundamental impulsar una mayor difusión sobre su disponibilidad y beneficios, y asegurar que se apliquen de forma adecuada en casos cuidadosamente seleccionados, siguiendo criterios claros de inclusión y exclusión”, señala el Dr. Carlos Alberto Ciraolo, neurocirujano especialista en dolor crónico.
Los expertos coinciden en que la incorporación de nuevas tecnologías debe ir acompañada de una mayor capacitación de los profesionales de salud. “Necesitamos más especialistas en dolor y un enfoque integral que considere los aspectos físicos, emocionales y sociales de la enfermedad. Solo así podremos garantizar diagnósticos oportunos y tratamientos que realmente devuelvan a los pacientes su funcionalidad y bienestar”, concluye el Dr. Ciraolo.